Las diosas y las nubes (II)

Polifemo, el misántropo

Pobre Polifemo. Es cierto que no es el mejor de los anfitriones. Y pretendía comerse a Odiseo y a sus camaradas, algo que no es de mucha urbanidad y entra en conflicto con la proverbial hospitalidad griega. Pero veamos el tema desde su lado, pues Homero nos concuce con su candil compasivo al corazón de la tenebrosa gruta. Odiseo y los suyos entran a hurtadillas en su cueva, sin presentarse; le roban los quesos y los carneros; le emborrachan con engaños; le clavan una estaca al rojo vivo en el ojo. Y al final Odiseo le hace caer en un absurdo juego de palabras, para dejarlo como un colegial alelado ante sus congéneres y así el hijo de Laertes poder reforzar su leyenda usando de trampolín al desorientado Cíclope. Lo que podía haber sido un día corriente (tedioso, tal vez, igual que el resto), lo acaba envilecido, y de qué manera, a manos de unos merodeadores repentinos.

¿Resulta, en fin, Polifemo ese ogro espantoso, cuando lo vemos tratar a sus carneros con tan singular afecto? Lo que le pasa es que es, en el más estricto sentido de la palabra, un misántropo. Y se ha topado con su némesis, que no es tanto Odiseo como la civilización, que Odiseo representa. Si le quitamos los modales agrestes, el torpe aliño indumentario, la tendencia antropófaga y le añadimos gran cultura decimonónica, un órgano y un submarino, tenemos, redivivo, al capitán Nemo. Y tal como va el mundo (horrorosamente, como siempre ha ido), créanme que a veces siente uno ganas de irse a navegar los fondos marinos o a dormir en una cueva apartada entre ovejas y carneros, alejado de todos y de todo.

De todas formas, Homero también es ecuánime y justo, y sus lectores (y hasta sus traductores) sentimos un gran alivio cuando Odiseo y los suyos escapan de ese antro, donde no apetece quedarse, y regresan a su nave. Y es que somos, para bien o para mal, civilizados. Salir de la cueva de Polifemo es como liberarse de una conciencia oscura, solitaria, opresiva, encabronada. Qué hermoso sentimiento cuando volvieron a ver, bañada en la luz del día, la nave de azulada proa, esperándolos al borde del mar, aromada de salitre, sucia y gastada de bullicios y puertos de los hombres.

Etiquetas: Homero lecturas Odisea traduciendo varia

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Publicado: 24/08/23

Última actualización: 25/08/23


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